El Dr. Francisco Sanz, del Servicio de Geriatría del Hospital Universitario La Paz-Cantoblanco, estima que el 15% de los mayores de 65 años tiene trastornos de ansiedad

23 abr 2008

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Se estima que en torno al 15% de los mayores de 65 años sufre algún tipo de trastorno de ansiedad, un término que engloba a múltiples trastornos con la ansiedad como denominador común. Los más frecuentes en el anciano son las fobias específicas y más concretamente la fobia social, y el trastorno de ansiedad generalizada. “Según nuestras estimaciones, en torno al 8% de los mayores de 65 años padece una fobia específica y casi un 7% un trastorno de ansiedad generalizada. La siguiente patología más frecuente es el trastorno de estrés postraumático obsesivos, aunque, de manera general, podemos afirmar que alrededor del 15 por ciento de la población mayor de 65 años sufre alguna patología de este tipo”, asegura el doctor Francisco Sanz, del Servicio de Geriatría del Hospital Universitario La Paz- Cantoblanco de Madrid.




Según explica este experto, en el anciano, “el temor, la inseguridad o la angustia que acarrean un trastorno de ansiedad, en las personas mayores suele manifestarse de una manera mucho más inespecífica que en un adulto más joven. En los ancianos hay menos presencia de síntomas psicológicos y más de corte somático. Es frecuente que el anciano hable de un malestar general que no responde a un trastorno físico concreto, o que tenga una sensación de temor difuso, lo que hace que el diagnóstico sea más complicado, y por lo tanto, al menos aparentemente, la prevalencia sea menor que en la población adulta”.

“La ansiedad de inicio tardío, con debut en las últimas etapas de la vida es rara, y obliga a intentar establecer el diagnóstico de forma exhaustiva. Generalmente, los trastornos de ansiedad debutan en la edad adulta y se arrastran a edades avanzadas”, afirma el doctor Sanz. “Además tienen más riesgo de padecerlos personas con varias enfermedades concomitantes –especialmente las cardiovasculares- o las que están tomando determinados tipos de fármacos, que pueden ocasionar ansiedad como efecto secundario. Un trastorno de ansiedad no sólo empeora la calidad de vida del anciano por las implicaciones emocionales que tiene, sino que además hay un fuerte riesgo de que se deteriore su estado general y su situación funcional, aumentando el riesgo de discapacidad. En ese sentido, el doctor Sanz explica que la angustia provoca que el paciente viva peor el resto de sus enfermedades si las tiene, que disminuya su predisposición a salir a la calle, aumente el riesgo de caídas y en conjunto se limite su autonomía y estado general”, añade este experto.

 Por todo ello, el Dr. Sanz recomienda no pasar por alto estos trastornos y tratarlos de manera adecuada, “con terapia psicológica (terapia cognitivo-conductual) si hay disponibilidad de recursos o farmacológica, ya que en términos de efectividad ambos tratamientos son superponibles, aunque la pluripatología y polifarmacia dificultan el tratamiento en este segmento de población”.