Más de 700.000 españoles mayores de 65 años sufren algún tipo de demencia

16 jun 2006

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La demencia afecta actualmente en España a aproximadamente 700.000 personas mayores de 65 años, con una prevalencia media del 5-10% en este segmento de población. La edad es, de hecho, el principal factor de riesgo para la presentación de un síndrome demencial, de modo que su prevalencia se duplica según se aumenta en cinco años la edad considerada, pasando de un 1,5% a los 65 años de edad a un 32-38% a los 90. El tipo de demencia más frecuente es la demencia degenerativa primaria tipo Alzheimer (48%), seguida de las demencias vasculares (21,8%), demencias mixtas (25,7%) y demencias secundarias (4,5%).




"La demencia", explica el doctor Manuel Martín Carrasco, vicepresidente de la Sociedad Española de Psicogeratría (SEPG) "puede definirse como un síndrome adquirido de naturaleza orgánica caracterizado por un deterioro permanente de la memoria y de otras funciones intelectuales y muy frecuentemente acompañado de otros trastornos psiquiátricos y del comportamiento, que ocurre sin alteración del nivel de conciencia y que tiene un impacto directo sobre el funcionamiento social. Todo ello determina una paulatina disminución de la autonomía del sujeto y una dependencia creciente de sus cuidadores según avanza la enfermedad causante".

En el año 2005, la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP) y la SEPG publicaron la 2ª Edición del Consenso Español sobre Demencias, en el que sentaban las bases de un abordaje multidisciplinar de este problema de salud pública al que debe considerarse de máxima prioridad, no sólo por su complejidad clínica, sino también por su repercusión social, en especial la que se refiere al impacto de esta enfermedad profundamente invalidante sobre el rol social y la salud de los cuidadores de los pacientes, generalmente sus propios familiares.

"Los costes económicos de la demencia", advierte el doctor Martín, "son muy importantes. Pero junto a ellos hay que considerar también su impacto sobre las familias. De hecho, los familiares de los pacientes con demencia sufren de forma significativa fenómenos como ansiedad, estrés, depresión, e incluso un aumento de las enfermedades somáticas y de la mortalidad, todo ello relacionado con la sobrecarga que supone cuidar a una persona con demencia, de especial intensidad ante la presencia de trastornos psiquiátricos y del comportamiento en la persona demenciada, especialmente depresión, agresividad, insomnio, además de síntomas psicóticos, como delirios o alucinaciones".

Uno de los mayores problemas en el campo de las demencias es el diagnóstico. Es probable que la mitad de los pacientes con demencia no estén diagnosticados y/o tratados correctamente. El diagnóstico precoz permite la instauración temprana del tratamiento, pero, sobre todo, permite una planificación adecuada de los problemas que van a ir presentándose en las sucesivas fases.

Según la doctora Eugenia Marta, Neuróloga del Hospital Miguel Servet de Zaragoza "con los criterios clínicos actuales, hasta que el paciente está en un estadio de demencia no podemos establecer el diagnóstico de Enfermedad de Alzheimer. Pero hasta llegar a la demencia, los pacientes portadores de la enfermedad sufren un deterioro cognitivo leve. Por eso, ante un paciente con deterioro cognitivo leve debemos seguir su evolución porque un porcentaje mucho mayor que la población general evolucionarán hacia una demencia porque son enfermos de Alzheimer"

Tratamiento de las demencias

El tratamiento de la forma de demencia más frecuente, la enfermedad de Alzheimer, conoció un cambio radical a mediados de la década de los noventa, con la introducción de las primeras terapias eficaces. Actualmente existen dos tipos de sustancias, unas que actúan sobre el sistema colinérgico – los inhibidores de la colinesterasa – y otra que actúa sobre el sistema glutamatérgico, la memantina. Ambos sistemas de neurotrasmisión están profundamente afectados en la enfermedad de Alzheimer. Los tratamientos actuales no curan la enfermedad, pero ralentizan su evolución y disminuyen la aparición de trastornos psiquiátricos y del comportamiento. En cuanto al futuro, probablemente vivamos una fase de terapia combinada, antes de la introducción de fármacos que actúen en un momento más precoz de la cascada de eventos que conduce a la muerte neuronal.

Las demencias se caracterizan por la alteración de las funciones intelectuales, que se expresa con los siguientes síntomas: pérdida de memoria, alteración del pensamiento, desorientación, alteración de la comprensión, pérdida de la capacidad aritmética, reducción progresiva de la capacidad de aprendizaje, pérdida del lenguaje y alteración del juicio.

La evolución progresiva de estos procesos tienen efectos devastadores en fases avanzadas de la enfermedad. Los tratamientos actuales en demencias tienen como objetivo retrasar el momento de institucionalización, reducir la necesidad de atención individualizada y ofrecer importantes beneficios económicos y sociales.

"Desde el punto de vista farmacológico, para la demencia de moderada a grave se dispone de memantina, un antagonista no competitivo de los receptores NMDA bloquea la excesiva entrada de calcio reduciéndose los niveles elevados de glutamato responsables, en parte, de la disfunción neuronal", señala la doctora Eugenia Marta.

En el tratamiento de las demencias, explica el doctor Manuel Martín, "es indispensable la constante revisión y actualización de las pautas de tratamiento psicofarmacológico, adaptándolos a los constantes cambios de la enfermedad."